El Escuchón / 1
Y luego ya los dos, pinches locos, se empezaron a reír, así de huevos. A carcajearse, ahí enfrente de mí, pinches monos mamones. Y ya el vigilante cerró, sin decir nada más y sin hacerla de pedo. Y aquel cabrón se quedó ahí parado, todo pendejo, con su pinche foldercito bajo el brazo. Pinche güey: la caga.