El texto destaca la importancia para el juez de su reputación: su figura pública parece estar por encima de todo. Cuando está en el amigable forcejeo con la hermosa mujer y aparece el vigilante, que encarna a una sociedad con leyes por aplicar, el juez se da cuenta de que ni siquiera eso se le puede tolerar por su investidura: él se imagina en los periódicos y su primera sensación es de amargura contra las cadenas de la vida, de desesperanza contra las ataduras que su labor le impone.
Derecho ambiental y violencia
La ley debe precisar qué rubros atender y cómo hacerlo: la protección de especies locales o la determinación del uso de suelo para la explotación de plantas, la tala legal, el calentamiento regional, la intocabilidad de áreas verdes o la distribución artificial de los ríos y muchas otras situaciones deben estar previstas en la ley.
Melville y la burocracia
El empleador, quien se debate por despedirlo, termina por tenerle lástima y decide dejarlo en la oficina donde prácticamente vive. Tarde o temprano el juzgado cambia de inmueble y Bartleby queda ahí como si fuera parte del mobiliario. EL nuevo poseedor, por supuesto, lo pone en la calle. Ya fuera del juzgado, termina en la cárcel porque no hace nada y en la cárcel continúa con su idea
Frankenstein para abogados
Cuando el juez escucha del doctor Frankenstein sobre el tipo de monstruo que lo sigue, que es una suerte de superhombre por no decir un semidiós porque vive donde no podría hacerlo ningún ser humano y tiene habilidades que impiden su captura, el juez le hace ver que las leyes de los hombres no podrán ayudarlo.
Gilbert, Sullivan y Grossmith, el humor victoriano
De ahí, diría Bergson, la risa es ineludible, al cambiar los referentes morales y sociales del espectador. Además, las composiciones de Sullivan eran sencillas y pegajosas: el público las tarareaba durante y después de la función. 16 obras escritas en conjunto son las que dan fama universal a estos creadores sin par.