Labyrintha

Los dados se ríen de nuestro sometimiento al lenguaje la esperanza absurda cuando no vemos la misma cifra caer el azar nos ilusiona con la idea

La puerta giratoria serpenteaba se movía como la luz en el consciente en su cráneo de buey se aguijaba el sacrificio, la bondad y la calma.

Su cabeza da pie para caer al abismo La segunda cabeza de mi madre, no tiene lugar ni hora de reposo Es un mal testimonio de un instante desfasado En cambio, la tercera cabeza de mi madre es una mujer inmutable que nunca sabrá cómo se miran las estrellas

La gracia radica en continuar, construir bajo el cemento fresco, llevar suficiente morralla para el pasaje, estira y afloja que nos resta monedas en la pista.

Río invisible cosecha tempestades: camino seco.

El sol apenas muestra una parte de su rostro: pescadores que no hallaron tierra u orilla que los sujetara, hombres que no se despidieron, cuerpos sepultados que devuelve la marea.

La soledad no tiene colibríes que la besen. El miedo fue lo último que cruzó por mi piel al descubrir enterrada en el centro del cuarto mi cara