Rotadianas

Rotadianas 1

El Diccionario de la lengua española las define como criaturas mitológicas mitad bicicleta y mitad Diana.

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En el manual de ingeniería poética, se describen así: Lucen hermosas rodando libres por parajes naturales. Son de amplia rodada, transmisión sin pedales y cuadros femeninos de aleaciones ligeras. Su tijera, robusta y amortiguada, atraviesa el telescopio y en vez de unirse al volante como en las bicis ordinarias, se fusiona con el centro de una rodaja cilíndrica unida al torso desnudo de la flecha- dora desde la cintura, como en la anatomía de las centáuridas o las sirenas. Son risueñas, se reparan entre sí y se cortan el cabello a la altura de los hombros.

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Raúl cambió la literatura por el alcohol, al descubrir que aquella inteligente rotadiana lo abandonó para siempre por su bicicleta.

Rotadianas 2

Un antiguo papiro explica que el sillín de las rotadianas cumple dos funciones: distribuir la carga mediante el adecuado peso de la tija —una suerte de plomo de balance— y ofrecer asiento al hombre o mujer que por simpatía accedan a pasear. Se sabe por estadística que de mil peticiones, una se materializa en un viaje fantástico el que pocos sobreviven cuerdos.

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En las fábulas de Altazor los rotadianos son minoría enana. El que alcanzó las veintidós pulgadas de rodada, vivió larga vida como fenómeno de circo.

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Cuando llevaban leña para el fogón de la casa, mi padre perdió al suyo que fue flechado por el encanto de una rotadiana. Sin más, lo invitó a montarla y ambos lo abandonaron para siempre. Es más la envidia que siento por mi abuelo que la pena por mi padre.

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Los relatos aquí publicados vieron la luz primera en el libro Microinvenciones, UAEH, 2024. Y los reproducimos con autorización del autor sin fines de lucro.

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