Hoja de lata
En qué momento de tu vida
llegó el juguete a tus manos,
es impreciso.
Eso fue hace más de un lustro y medio siglo.
No te puedes observar, sólo recuerdas lo que entonces viste:
Un juguete multicolor, barnizado, un arco iris
donde se balanceaban unas sillas
como breves mariposas
al viento sobre las hojas de un árbol.
«Es una rueda de la fortuna», explicó mi padre
(no distingo la voz de mi madre).
Gira la cuerda. Escucho el aceitado mecanismo;
—y gira la rueda sobre su eje y las sillas oscilan
como los viejos en las mecedoras—:
ya en el suelo, la música de las campanillas:
«ding, dong».
Me acerco arrastrándome al juguete;
me pregunto: ¿cómo se mueve?
E intento ver los discretos fantasmas
autores y jinetes de esa maravilla.
Y quizá un par de ojos me miraron pícaros
desde alguna de las canastillas al vuelo.
O sólo un guiño del destino.
Apenas entrevista la fortuna,
tan de cerca,
algún filo del juguete cortó mi frente.
Me queda aún la cicatriz
—mi suerte—
por encima de la línea de esta ceja.
(Cd. de Méx.,1953). Escritor, Editor y traductor. Estudió Letras Hispánicas en la UNAM y la Maestría en Diseño y Producción Editorial en la UAM. Tiene publicados más de 25 títulos de diferentes géneros. Algunos de sus textos están traducidos al inglés, al francés, al alemán y el rumano, entre otros idiomas.