Este libro apareció a principios del siglo XIX, en 1818 cuando Mary Shelley tenía apenas unos 20 años. La novela de “Frankenstein” puede ser vista como una obra de terror; como un libro de filosofía científica, al plantearnos algunas consecuencias de los logros de la ciencia; puede ser un libro de ciencia ficción; pero es un libro de abogados.

Frankenstein es el doctor que da vida a pedazos de cadáveres que une con el uso de la energía eléctrica; les da vida. La trama se desarrolla a partir de la creación del monstruo que no tiene nombre, aunque ha terminado por ser llamado como la novela; luego, el monstruo va cobrando conciencia. El monstruo se transforma cuando escucha la lectura que un personaje hace en voz alta de “El paraíso perdido” de Milton, “las vidas de Plutarco” y “Werther” de Goethe. En el momento en que el monstruo crea conciencia tiene la noción de que es único. Al ser perseguido comprende que está solo y decide cobrar venganza. Lo primero que se le ocurre es ponerle una trampa al doctor Frankenstein, quién tiene servidumbre: mata a una mujer y coloca las joyas de la persona muerta en la recámara de una joven que es parte de la servidumbre del doctor Frankenstein. La policía llega, encuentra las joyas y se establece la culpabilidad de la habitante del cuarto.

“Frankenstein”, de entrada, es una mirada a cómo se desarrollaban antes los procesos penales: sin garantías para el detenido, sin rigor en la obtención de pruebas y, sobre todo, sin la posibilidad de una debida defensa. La detenida da por hecho que será condenada y acepta su inevitable sanción penal. Esta es una lectura perfecta para abogados. En otro momento, cuando el doctor Frankenstein se da cuenta de que está siendo acosado y prácticamente perseguido por el monstruo, en lugar de acudir a la policía o al párroco para pedir consejo, va con un juez.

El mensaje de la autora es que la sociedad subsiste gracias a sus leyes y no a su fe ni a su orden ni a su educación, sino a sus leyes.

Cuando el juez escucha del doctor Frankenstein sobre el tipo de monstruo que lo sigue, que es una suerte de superhombre por no decir un semidiós porque vive donde no podría hacerlo ningún ser humano y tiene habilidades que impiden su captura, el juez le hace ver que las leyes de los hombres no podrán ayudarlo. Lo que hace una figura extraordinaria del monstruo no es sólo su capacidad física, sino ser un sujeto de derecho, porque tiene conciencia humana; configura en su mente los delitos y dolorosamente sabe que hará daño a los inocentes que serán enviados a la cárcel, tal vez a la muerte, como sanción penal, con lo cual burla el sistema de Justicia.

Este terrible ente perturba la mente de quienes obedecen el pacto social al evidenciar que puede haber seres ajenos a la ley, cómo acepta con tristeza el juez al que acude el doctor Frankenstein. Si se trata de una novela de terror, sin duda los abogados deben espantarse más que los lectores comunes.

Comentarios

Aún no hay comentarios, ¿Por qué no inicia usted comentando algo?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *